Desde nuestro punto de vista, la corrección o revisión lingüística de una obra o texto (sin importar el género) es una etapa imprescindible no solo antes de publicarlo, sino también antes de darlo a conocer a cualquiera que vaya a emitir un juicio de valor o tomar una decisión que afecte a su futuro (editoriales, concursos…).
El autor, en primer término, y la editorial, si existe, tienen la responsabilidad de ofrecer al lector una obra sin defectos, digna de que alguien dedique su tiempo a leerla. Ningún autor o editorial desea que sus potenciales lectores asocien su nombre o su marca a un producto de baja calidad, mediocre, chapucero, hecho con prisas o plagado de errores. Por otro lado, los errores en un texto molestan al lector, lo distraen de la lectura y lo empujan fuera del contenido, obligándolo a reparar los descuidos del autor mientras lee.
Un texto pulido, terminado y exento de errores evidentes dice mucho de quien lo ha escrito, transmite seriedad y demuestra el esfuerzo, la dedicación y el compromiso que su autor ha puesto en él. También pone de manifiesto su respeto por el lector.